lunes, 14 de mayo de 2012

FISIOPATOLOGÍA


En los carcinomas basocelular se ha determinado que la etiología es multifactorial, donde tanto factores constitucionales como ambientales, pueden jugar un papel fundamental en su desarrollo(6).

Este se origina a partir de células madre indiferenciadas y pluripotentes de la capa basal epidérmica y folículos pilosebáceos. En su origen intervienen factores extrínsecos (factores medioambientales) e intrínsecos (factores del huésped o genéticos). La radiación ultravioleta acumulada juega un papel etiopatogénico fundamental.

También se consideran factores extrínsecos las radiaciones ionizantes, los agentes químicos (hidrocarburos policíclicos aromáticos, clorofenoles y arsénico). Como factores intrínsecos intervienen síndromes genéticos asociados a sensibilidad a ultravioleta así como el xeroderma pigmentosum, el síndrome de Bazex-Dupré- Christol, albinismo y síndrome de Gorlin(5).

Las formas infiltrantes se relacionan con aumento del número de filamentos de actína y ADN tetraploide, colágenas tipo IV, disminución de la producción de amiloide, aumento de la producción de los glucosaminoglicanos fibroblásticos y aumento de la adherencia de las células tumorales a los fibroblastos. Es posible que la expresión de las integrinas alfa-1 y beta-2 se relacione con el crecimiento tumoral.

Factores genéticos como el síndrome del nevus basocelular, la piel blanca y el cabello de color claro se asocia con este tipo de cáncer. Los antecedentes clínicos de la persona también son importantes. Existe un mayor riesgo en quienes han sufrido quemaduras profundas o se han expuesto a los rayos X(1).

A continuación se describen características de diversos factores etológicos y la forma como favorecen la aparición del carcinoma basocelular:

La radiación ultravioleta, en especial la exposición crónica al sol, parece ser el factor de riesgo más importante, otros son la exposición al alquitrán de hulla, la brea, la creosota, el arsénico y la ingestión crónica de arsenicales inorgánicos, entre otros.

§  Radiaciones ultravioletas
La principal causa del carcinoma cutáneo es la exposición al sol. La radiación ultravioleta en tres longitudes de onda diferentes: UVA, UVB y UVC. Las ondas UVA son más largas y penetran con más profundidad en la dermis que la UVB. Causan cambios en los vasos sanguíneos y envejecimiento prematuro que se relaciona con la carcinogénesis. Por el contrario, las ondas UVB son más cortas y penetran en la epidermis. La piel es la más afectada y las lesiones se manifiestan como quemaduras actínicas y envejecimiento prematuro. La exposición a la radiación UVB se relaciona con el desarrollo del melanoma maligno. Las ondas UVC son las más cortas y las menos peligrosas porque casi nunca llegan a la superficie de la Tierra debido al efecto bloqueador de la capa de ozono(1).

Casi todas las cámaras de bronceado emiten radiación UVA y muchos lugares que ofrecen estos servicios los promocionan afirmando que así se brinda protección contra las quemaduras producidas por los rayos UVB. La penetración más profunda de las ondas UVA dentro de la dermis estimula la producción de melanina pero no hay transferencia de melanocitos a la capa superficial de la piel, la epidermis. Las personas que se broncean de esta forma se exponen a la radiación UVB, que puede lesionar la piel como si se tratara de quemaduras actínicas. El bronceado UVA enmascara el eritema asociado. Debe evitarse la exposición a la radiación UV de las cámaras bronceadoras. Hasta un 23% de la luz proveniente de estos dispositivos se encuentran dentro del rango UVB, pero incluso con ondas UVA puras puede producirse lesiones del ADN, cáncer, lesión vascular y estimulación de los melanocitos.

Aunque se ha demostrado que la radiación UVB se relaciona con la carcinogénesis del melanoma y los tipos de cáncer diferentes a él, no se ha comprobado que la destrucción de la capa de ozono estratosférico se traduzca en una penetración cada vez mayor de radiación UV.

§  Fototipo de piel
A menor fototipo de piel según Fitzpatrick(7), existe mayor riesgo de padecer de carcinoma basocelular. En la actualidad se estima, que 3 de cada 10 personas de raza blanca, tienen la posibilidad de desarrollar un carcinoma(8); siendo mayor aún el riesgo, en aquellas personas que tienen poca o ninguna capacidad de broncear­se y con antecedentes de quemaduras solares antes de los 20 años. En los pacientes albinos, los carcinomas basocelular son de tipos histológicos más agresivos.

§  Tratamiento con PUVA (psolarenos más radiaciones UVA)
Un tema controversial, es la relación entre el desarrollo de cánceres de piel no melanoma y la fotoquimioterapia y la fototerapia. En pacientes tratados con PUVA para diversas enfermedades cutáneas como psoriasis, liquen plano, linfoma cutáneo de células T, entre otras, se ha visto una mayor incidencia de carcinoma espinocelular. Esto es debido, al alto efecto mutagénico y carcinogénico acu­mulativo de las radiaciones UVA; sin embargo, en los carcinomas basocelular la conexión con el tratamiento de PUVA, no está clara(6).

§  Camas bronceadoras
Por considerar el bronceado como sinónimo de salud y bienestar, en países no tropicales, muy utilizadas las camas de bronceado. Existe una relación dosis dependiente entre la exposición en las camas solares, el fotodaño y la aparición de cáncer de piel. Aunque no hay certeza de su relación con el carcinoma basocelular, se estima que el uso de radiaciones UVA (320-340nm), tres veces por semana por 30 minutos, en un periodo de 20 años duplicará el riesgo de cáncer de piel así como el carcinoma basocelular.

§  Radiaciones ionizantes
La exposición ocupacional y la administración de tratamientos de radioterapia prolongados, se han asociado con carcinomas cutáneos no melanomatosos. El incremento del riesgo para carcinoma basocelular, se limita al área expuesta a la radiación. Se estima que 20 a 40 años después de la exposición a radiaciones, puede desarrollarse un carcinoma basocelular.

§  Inmunosupresión
En pacientes inmunosuprimidos por trasplantes de órga­nos, medicamentos o causas virales, el carcinoma basocelular es el segundo tumor maligno cutáneo más frecuente, precedido por el carcinoma espinocelular(6).

En los pacientes trasplantados renales se reporta un riesgo de carcinoma basocelular, 10 veces mayor que la población general y en los trasplantados cardíacos 2 a 3 veces más frecuente(8). En pacientes trasplantados en la infancia, se reporta la aparición de carcinomas cutáneos distintos al melanoma, 12 a 15 años posterior al trasplante; cuando presentan un promedio de edad de 26 a 28 años aproximadamente.

Algunas drogas inmunosupresoras, utilizadas en el trata­miento post-trasplante, han sido vinculadas a determinados cánceres cutáneos. Entre estos medicamentos tenemos: la azatioprina que se asocia a un incremento del carcinoma espinocelular, la ciclos­porina al carcinoma basocelular y la prednisolona a ambos carcinomas(9)

En los pacientes con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), la frecuencia de carcinoma basocelular es 11,4 veces mayor que la población normal; siendo su ubicación más común el tronco y su presentación clínica e histológica, tipo superficial. En los pacientes trasplantados o que pade­cen enfermedades inmunosupresoras como SIDA, se suele apreciar un comportamiento más agresivo de los tumores tipo carcinoma basocelular. 

§  Hábitos tabáquicos
El cigarrillo aumenta el riesgo de padecer tanto carcinoma espinocelular como carcinoma basocelular. Además de relaciona el tabaquismo a carcinoma basocelular especialmente en aquellos tumores cuyo diámetro es superior a 1cm; la relación se incrementa proporcionalmente al tamaño del tumor, llegando inclusive al 50% de los pacientes con tumores de 5cm o más, que eran fumadores.

Se atribuye el efecto del cigarrillo a una disminución en los niveles de vitamina A en los fumadores, que disminuye la protección de los radicales libres. Otra explicación se atribuye a la disminución de la respuesta inflamatoria a las radiaciones UVB a causa de la nicotina.

§  Factores ocupacionales
La exposición a elementos como el asfalto, alquitrán, parafina cruda, aceites minerales, solventes orgánicos e inorgánicos, arsénico inorgánico, entre otros, parecen aumentar el riesgo a padecer cáncer cutáneo no melanomatoso.

El arsénico tiene un conocido efecto carcinogénico en la piel, sobre todo en aquellas regiones con aguas contaminadas. 

El carácter ocupacional del cáncer cutáneo debe estar dado por la relación unívoca con la exposición a determinado agente carcinógeno en el ambiente laboral, sin otro factor de riesgo capaz de producirlo, y su prevención debe ir dirigida hacia el conocimiento de los agentes carcinógenos presentes en el trabajo y las medidas preventivas que se puedan tomar para evitar la exposición(10).

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